12 enero 2006

¡Ultimas noticias!

España recupera la soberanía de Perejil.


Como veis, en Finlandia el perejil, las lechugas y tal, se venden en macetas.

Viviendo con la nieve

Después de varias semanas viviendo con la nieve, puedo decir varias cosas:
  • La nieve no moja; es mejor que nieve a que llueva. El paraguas aquí es un accesorio para otoño y primavera.

  • Donde hay nieve no hay hielo. Así que si quieres estar seguro de no resbalar, camina por la nieve, al lado del camino. Además, es de lo más divertido escuchar como cruje bajo tus pies.

  • La nieve y las prisas no son amigas. No se puede andar rápido cuando hay nieve.

  • Mejor por debajo de cero. Así la nieve no se vuelve agua (que después se convierte en resbaladizo hielo) y no te sorprendes pisando un charco donde creías que hay nieve.

  • Por la noche la luz de las farolas se refleja en la nieve, y no está todo tan oscuro. La noche es casi tan brillante como el día.

  • La máquina escavadora que retira la nieve por las mañanas hace mucho ruido y me despierta todos los días.




Día de la independencia

El seis de Diciembre, día de la Constitución Española, es el día de la Independencia en Finlandia. Ese día participé en una serie de actividades para celebrarlo.

A las seis de la tarde partía de la Universidad una procesión de alumnos hacia el cementerio, para homenajear al soldado desconocido. Todos iban con la gorra de matriculación (un cruce entre gorra de marinero y birrete), y algunos con antorchas. En Finlandia todos tienen mucho respeto hacia las guerras pasadas, se recuerdan (salvo la guerra civil, que todo el mundo parece fingir que no ocurrió) y se honran. Además, hay mucho temor hacia una nueva posible guerra que pueda surgir -que aunque nadie dice, todo el mundo da a entender que caso de surgir, probablemente sería contra Rusia-, y todos los edificios tienen sótanos diseñados para servir de refugios antibombas.




Después la procesión volvió al centro, donde los estudiantes teníamos reservado un lugar de primera fila para escuchar al alcalde y otras personalidades, y ver los fuegos artificiales. Hubo también un coro y música, aunque la banda era de niños y sonaba bastante mal. Muy curioso el sonido de las palmas enguantadas.






Después todo el mundo se retira a su casa a ver la tele. Se retransmite la recepción presidencial. Es una especie de baile en el palacio presidencial de Helsinki (no sé exactamente el nombre), en el que la presidenta recibía a todas las personalidades finlandesas de este año. Son cientos, y la presidenta da la mano a todo el mundo. Por este motivo, los invitados son citados en tres turnos de una hora cada uno. En cada turno, la presidenta y su marido se pasan de cuarenta y cinco a cincuenta minutos dando la mano a todos y cada uno de los invitados. Después, la presidenta abre el baile y todos a bailar, a seguir comiendo (el primero que entró lleva allí dos horas para entonces), y se corta la retransmisión. Hasta entonces, todos los telespectadores se lo han pasado muy bien viendo quién es cada uno y cómo va vestido. Aparecieron, por ejemplo, el campeón finlandés de salto de salto de longitud que derrotó al “español” (más bien cubano) en los juegos de Helsinki poco antes de llegar a Finlandia el pasado verano, y me pareció ver también a Barbie y a alguna de sus amigas.

Todo eso por cortesía de Irina, una de las tutoras de la universidad, que por falta de interés de su tutelado, me ha adoptado a mí. También vino otra gente que me conocía, como Elisa, que cuando salía me la encontré y me la llevé. Luego resultó que conocía a varias de las personas que allí estaban. Fue muy divertido por que nos enseñó a bailar varios bailes de salón con la música de la tele.





Conciertos de asociaciones de alumnos

Este año ha sido el treinta aniversario de la asociación de estudiantes de la Universidad Tecnológica de Tampere (la otra universidad), y el -otra cifra menos redonda- de la mi universidad de acogida. La celebración de estos acontecimientos se hacen por aquí con cenas a las que todos los alumnos y personal de la universidad pueden asistir -el noventa y cinco de los asistentes son alumnos-, previo pago de entrada. La característica principal de estas cenas es que son de etiqueta. Las mujeres van vestidas como princesas, y los hombres como embajadores en una recepción de gala. Ningún hombre se sienta hasta que todas las mujeres toman asiento, todos muy serios y estirados, y ni que decir tiene que si hay una banda tocando, no se le aplaude. Pues allí fuimos a tocar.

Hubo dos conciertos. El primero fue el de la Universidad Tecnológica, y fue el más llamativo por cuanto tenía un aire de fiesta soviética -me explicaron en repetidas ocasiones que aquello era una especie de broma. Algunos incluso iban disfrazados con rimbombantes trajes militares y bigotes postizos. En todos los sitios había un libro rojo, al estilo de libro rojo de Mao, que por dentro contenía el menú y canciones de borrachos.



A todas las chicas se les regalaba una rosa, y la cerveza (hecha en Nokia) venía de una fábrica en la que podías pedir una etiqueta personalizada. Esta es una foto del botellín.



Lo que pone en la etiqueta, en finés con caracteres rusos, es algo así como “El Militante del Partido”.

Tras tocar en la entrada de las “personalidades” nos retiramos, mientras ellos seguían muy serios con discursos y tal. Durante el descanso no se nos dio nada de comer, aunque nos dieron sidra y cerveza. Por cinco euros pedimos pizzas individuales bastantes grandes, que venían con una ensalada -no está nada mal, teniendo en cuenta que es Finlandia. Una anécdota muy divertida sucedió cuando me pasaron un papel para apuntar de qué quería la pizza. Cómo había gente que quería hamburguesa, yo pregunté a alguien si lo que debía escribir era mi nombre y qué quería (pizza o hamburguesa, a mi modo de ver), y me dijeron que sí. Fue un momento desconcertante para el que pedía las pizzas por teléfonos cuando le dijeron en la pizzería que no tenían la “Salvador pizza”.

Comiendo la pizza se acercaron por la calle una serie de chavales prácticamente desnudos (uno de ellos llevaba zapatos) que entraron en la universidad y se perdieron por uno de los pasillos corriendo en fila india. Así, tal como lo cuento. Lamentablemente, no llevaba la cámara (¿Qué podría tener de especial una aburrida cena de aniversario?) Por lo visto, eso es normal en las fiestas de sauna.

Para cuando volvimos a bajar, ya estaban todos un poco borrachos y estaban cantando las canciones del libro, por si a alguien le quedaba alguna duda. Empezamos con canciones tradicionales, y todos se lanzaron a bailarlas -en el repertorio tenemos balses, polkas, tangos y, atención, pasodobles, que allí, a diferencia que aquí, bailan sin ningún pudor.
Como ya estaban más contentos, pues empezaron a aplaudir e incluso a pedir más canciones. Cosa curiosa, como soy el último clarinete, y estoy en la esquina, pues todo el mundo me pide más canciones, o me felicita, a mí. Cuando les digo que yo no hablo finés, se dirigen al siguiente músico, que casualmente es ‘el otro’ que no habla fines. Para entonces ya están cansados de buscar músicos y nos hablan en inglés, o en finés directamente, que no importa cuando se está borracho.

Bodorrio

El primer concierto (y bautismo de fuego por mi parte), fue en la boda de una compañera de la banda. La ocasión era única, por cuanto tuve la oportunidad de ver una boda finesa. En un principio no iba a tocar, ya que no me sabía las canciones, pero como no puestero pegas, pues me lancé.
A continuación, un papel que contenía el menú, y tal...



La boda se celebró en medio de un campo, en el cual había una casa para celebraciones. En ella había un pequeño escenario en donde tocamos. No éramos muchos es día, pero tampoco sonó mal. Yo me sorprendí; Di más de lo que pensaba que iba a dar.



¿Lo mejor de la boda? La comida. En uno de los descansos nos invitaron a pasar al salón continuo dónde estaba la comida -en una especie de buffet- y arrasar con lo que quedaba, que era mucho. Entre las cosas que probé (todo muy bueno) estaba el mejor salmón ahumado que recuerdo en mucho tiempo.



De todas las formas, la mejor definición de la boda me la dio un compañero de vuelta, cuando me llevaba a casa en el coche; “¡Vaya aburrimiento de boda!” En efecto, en la boda -no sé por qué- no había bebidas. Se ve que los fineses sin alcohol no saben divertirse. Todo el mundo hablaba en susurros. Parecía que aún estaban en la iglesia. Y cuando hablaban, o hacían juegos, o cualquier cosa, parecía más un duelo que una boda.

Maestro pastelero

Esta es una foto de uno de los flanes que hice (siguiendo la receta de uno de los comentarios de este blog). Me salió de rechupete. También he hecho más cosas. Algunas salen más o menos bien, otras salen estupendamente. La gente, en general, y no es falta de modestia (bueno, sí, un poco), se pone muy contenta cuando me meto en la cocina.
Además, soy uno de los pocos erasmus que, -sin comer porquerías- en lugar de volver más canijo, vuelve más gordo. Voy a tener que ponerme a régimen, como la tati.