Hagamos un resumen de la gente con la que me junto.
Para empezar, vivo en Lapinkaari. ¿Y qué es eso? Pues es mi calle, nada más y nada menos. Pero vivir en Lapinkaari (palabra sobresdrújula) significa que vives con un motón de gente (el edificio fue diseñado para ser un hotel), que vives a 10-15 minutos del centro y que puedes volver de las fiestas o de la universidad andando (no estoy muy seguro del orden).
En Lapinkaari el grupo principal es un grupo de franceses. Hay gente muy interesantes y muy amigable en ese grupo, y son con los que más me junto. De hecho, tengo que estar continuamente aclarando a la gente que no soy francés. Destacados en este grupo están Ben, Marc y Frank.
El segundo grupo más corriente en Lapinkaari son los alemanes. Alguno hay gracioso y simpático, con muchas ganas de aprender tacos en español, como Sebastian, y Sebastian (son dos). Pero más destacable que los alemanes son las alemanas. Todo un descubrimiento. Muchas no son de Lapinkaari, pero me las encuentro igualmente todos los días en la universidad. Las alemanas, además de guapas, son muy naturales (al contrario de la mayoría de las sevillanas), agradables y simpáticas (por cierto, la que tengo a mi izquierda ahora mismo y está leyendo –habla un poco de español- lo que estoy escribiendo, Sara Keller, es especialmente guapa). Amiga de Sara es Barbara; Una chica muy divertida. También están Francesca y Carmen. Francesca está teniendo un éxito considerable en el grupo de franceses. La mayoría del tiempo en la universidad lo he pasado con las alemanas, especialmente con las dos primeras, y ha sido muy divertido.
En Lampinkaari también hay dos rusas, pero aún no las conozco muy bien. También hay un ucraniano que llegó en día de su cumpleaños. El pobre llegó solo, sin su familia, sin amigos, pero con una botella de vodka. Se hizo rápidamente muy amigo de los franceses.
También hay tres polacas. Una de ellas, Martina (ya mandaré fotos de cuando me estuvo enseñando a coger setas) creo que se ha liado con un francés, el que durmió conmigo la otra noche. Y esto no lo saben aún ni los franceses, sólo yo, que todo lo veo y todo los siento. También están Stefania y Asia. De Stefa ya os he hablado a algunos.
Italianos hay un par, pero aún no lo conozco mucho. Ma non vi preocupate, porque pienso hablaros de italianas la semana que viene (dadme un poco de tiempo, y a ver que pasa…).
Hasta la semana pasada tenía de compañera de Lapinkaari también a Diana, de Portugal. Vino conmigo de visita a Turku. Es diseñadora grafica (y ha encontrado trabajo en Finlandia con una beca Séneca, Marina) y es muy gracioso cuando me meto con alguien en español para que no se entere, y ella empieza a reírse.
Hablando de españoles, también hay un getto de ciudadanos del Imperio (incluyo en él a una mexicana). Los españoles son muy útiles cuando cierran los pubs y apagan la música, y hay que ponerse a cantar el macarena haciendose los remolones. Dos chavales hay muy interesantes, Vicente y Nacho. De todas formas, el grupo de españoles (salvo tal vez nacho, que no es de Lapinkaari) siempre va junto y habla español, y a no ser que sienta una necesidad imperiosa de hablar español, yo suelo estar con los franceses o alemanes. Pero la relación en cualquier caso es buena (aunque algún progre ya se ha permitido cobrarse como impuesto para el bien del pueblo y de su estomago alguna que otra bolsa de patatas que no era precisamente suya).
Luego sigue estando, por supuesto, mi vecina, Elisa, única finlandesa que se deja ver el pelo. Es una chica muy maja. Había un tal Steven, con cara de filipino o algo así, de Países Bajos, que se parece a Larry pero en feo (no es mal chaval, no obstante) que siempre que nos veía acostumbraba a importunar poniéndose a tontear con ella. No obstante, en dos capotazos de maestría torera parece que me lo he sacudido de encima. Ahora a ver que pasa… Elisa (léase como palabra esdrújula) es una chica muy agradable y muy cariñosa (además de bailarina). Lo malo es que es evangelista, y por tanto cree en Dios y en Mel Gibson.
Otro estudiante por todos conocidos en el edificio es Colin, escocés. Muy simpático. A las fiestas que montamos en las salas comunes de Lapinkaari va vestido con falda escocesa. Vive justo encima mía, y una de las primeras noches se confundió y entró en mi habitación. Al ver que no era su habitación, cerró la puerta y salió corriendo a su habitación. Yo, al darme cuenta de lo que había pasado, y tras recuperarme del susto, salí en calzoncillos a la persecución del fantasma, pero no supe por donde había tirado. Me confesó lo que pasó una semana después, cuando fui yo el que se confundió y traté de colarme en su habitación. Desde aquello pongo especial cuidado en que el pestillo, que se cierra automáticamente, efectivamente se cierre.
El amo de llaves (el más antiguo, el que se las sabe todas) es Christian, austriaco. Su extrabagante acento hablando inglés complementa a la perfección la pasión que pone cuando cuenta anécdotas de Lapinkaari, Finlandia y los finlandeses, y las caras que con las que nos deleita cuando posa para una foto. Ya os las pondré, no os preocupeis.
También conozco –pero ya en la universidad- a un par de compañeros de mi departamento. Cosa rara, por que aquí la mayoría estudia bussienes, bussienes y algo, o algo e international bussienes. Uno es sirio. El otro es de Brasil, parece buen chaval, y está teniendo éxito entre las alemanas (cachis, pa que se las presento!). También hay en mi residencia un israelita que vive aquí desde hace un par de años.
El resto de los habitantes de Lapinkaari son en su mayoría fineses, lo que significa que si es una chica puede que te hable para decir algo parecido a un hola, y si es un chico puede que hasta se digne a respirar cerca tuya, pero sólo en situaciones de emergencia. Eso sí, cuando beben, son de lo más amigables, no como los latinos, que nos volvemos (aún más) chulos. Ya os diré más cuando conozca a más fineses en la Big Band de la universidad (ya hablaré de la banda en otro post). Por cierto, ligar con una finlandesa en una sala de baile es una de las experiencias más desconcertantes que puedes tener en tu vida.
Como veis, hay de todo por aquí, pero el ambiente en general, de momento, es inmejorable. Ayer coloqué una lista en la cocina (que está teniendo mucho éxito) para que la gente apuntara su nombre y el número de la habitación, porque si no es imposible localizar a nadie. Una de las consecuencias de estar con todo el mundo, evitando un grupo concreto, es que todo el mundo te conoce. Anoche un francés me decía que tenía mucha suerte, ya que todo el mundo me conocía –a mí y al escocés- y a todos le caía bien. No es el primer comentario del estilo que recibo. A ver cuanto dura…
Saludos.
6 comentarios:
Ya he soñado en inglés alguna vez. En concreto, soñé que tenía una discusión muy acalorada con una señora inglesa sobre Gibraltar...
Pensar en inglés depende de como haya dormido y de qué idioma use por la mañana... Pero vamos, no es poco habitual. Lapinkaari es mi calle; mi ciudad es Tampere. Supongo que ya lo sabes y que era una broma para ponerme los dientes largos, pero por si acaso. Un saludo.
oh! Yo también estoy de erasmus en Finlandia, Helsinki concretamente.
Suerte en tus aventuras!!
http://hecgamar.blogspot.com
Bueno, bueno, bueno, espero que ya hayas encontrado algún sitio con serranitos de CERDO. En caso contrario, hay ahí negocio ....
PD: ¿Has probado las terminaciones --kkonen/--kkinen?
ehí!! Elisa cree en Jesu y en Mel Gibson..? jajaja! Saludos finlandeses
Venla ;o)
oye tengo una amiga que esta en la misma residencia! quiero mandarle un pequeño regalo por su cumpleaños, pero en plan sorpresa! por eso no le pregunto directamente la direccion!
alli no teniais ni conserje ni nada de eso no? crees que habrá alguna manera de enviar un pequeño paquete o una minima carta y que llegue a la residencia?
Claro. Fíjate, en mi primera entrada en este blog está la dirección que tenía cuando estaba allí:
http://blog.salvadorjesus.es/2005/08/mvil-finlands.html
Lapinkaari 1 es el edificio; A es el bloque (quiero recordar que había dos), y 132 era mi habitación. Había buzones bastante grandes (cabía un paquete pequeño) por cada habitación. Si es más grande, tendrá que ir a recogerlo a correos (se puede ir andando).
Un saludo. Ya me contarás si le llega o no. :-)
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