Anoche no dormí solo. Así que cuando me pregunten “¿Con quién dormiste anoche?”, esta vez no voy a responder: “Con nadie”.
De hecho dormí con un francés.
No estoy diciendo ninguna guarrada. Era un francés de carne y hueso. Resulta que al muchacho le pasó lo que a mí ha estado a punto de ocurrirme un montón de veces, y que seguro que me acabará ocurriendo; se dejó las llaves en la habitación. Eso es muy normal, ya que no hace falta la llave para abrirla desde dentro, y cuando cierras la puerta se echa el pestillo solo. Nadie está acostumbrado a coger las llaves de casa cuando sale de su cuarto.
Total, que había por ahí una colchoneta furulando por el edificio, la cogimos, le puse sábanas limpias, le di una almohada con funda limpia y el tío durmió como un rey. Yo no, porque cuando escuchaba el menor ruido me despertaba. Al fin de cuenta lo acabo de conocer (previamente había escondido la cartera y la PDA, por si acaso). Ya se sabe, “El León y la Gacela yacerán juntos, pero la gacela no dormirá muy bien”*.
Como conclusión de todo esto saco que tengo que hacerme con la copia de la llave y esconderla por ahí. Tienen que ser un buen sitio, porque la llave tiene el número de la habitación. Yo creo que he tenido una buena idea, pero por supuesto, no la voy a decir por aquí. Así que todos los que tengan alguna sugerencia, por favor, que me la hagan llegar (que nadie me diga que me la meta por…). Otra conclusión es que los que vengan a verme ya saben donde van a dormir, por que no tengo intención de devolver la colchoneta a su lugar de origen.
¡Un saludo a todos y muchas gracias por vuestros comentarios!
*Cita de Woody Allen